31 agosto, 2023

El bullying que no cesa

En nuestra sociedad moderna pretendemos hacernos creer que muchas de sus lacras han ido siendo erradicadas poco a poco, y que lo que hace veinte o treinta años era normal y luego se vio que no, ahora es prácticamente anecdótico y está solucionado, que las generaciones más jóvenes ya lo han superado y que las futuras oirán hablar de ellas como horrores del pasado que obviamente nunca deberían volver.

En España en concreto hemos tenido varias, como el terrorismo, el acoso escolar, la violencia doméstica en todas sus expresiones, los derechos de las minorías y los colectivos varios, el racismo, etc... tenemos muchas más como sociedad occidental supuestamente avanzada que somos, pero a veces no tan avanzados como nos creemos, claro.

Hoy me gustaría hablar del bullying o acoso escolar, aquello que hace años se daba por supuesto, de peces grandes comiéndose a chicos mientras los peces medianos miraban, de colegios, maestros y profesores que apartaban la vista a un lado para no complicarse, de infancias destrozadas, de vidas maltrechas psicológicamente, de humanos que una vez crecían tenían graves consecuencias, tanto los pegados como los pegadores.

Hace ya tiempo que fue delatado, revelado y puesto blanco sobre negro, y que todo el mundo parece tener claro que no debemos pegar a otros niños, que no debemos acosarles y que ante cualquier síntoma mínimo de acoso escolar hay que denunciarlo y pararlo de raíz. 

Sí, somos esa sociedad de los concursos de dibujo para concienciar, de las manifestaciones en repulsa, de los lacitos de colores, de los cortometrajes rezumando justicia social, de las canciones, de los documentales catárticos, de las poesías, de las leyes buenistas, de las entrevistas a gente concienciada a la que ya no les pasaría jamás. Pues bien, todas las lacras siguen ahí, vivas y coleando y probablemente más fuertes que nunca, porque no les hemos prestado caso verdadero, sino que hemos dejado buenistamente que se enquisten del todo y sean imposibles de erradicar. Todas esas campañas que sólo buscan sacar dinero y mantener poltronas no sirven más que para alimentar estómagos agradecidos, para seguir figurando, mientras el problema persiste... ergo... algo hay que cambiar.

Con el bullying pasa igual, no es como en las películas o en las series... hoy en día cuando a un niño le pegan con 6 años los demás callan y corren, miran para otro lado y disimulan para no ser ellos los que reciban. No es que las campañas no hayan hecho efecto, es que sencillamente el ser humano es así. Los niños no van a cambiar nunca, pero sí que el mundo de los mayores puede hacer cosas de verdad, más allá de que la psicóloga de turno le dé una charla al acosador, que enterado de la denuncia irá aún con más fuerza en contra del pobre o la pobre acosada.

Así, no será fácil que los otros 20 den la espalda al acosador, sino más bien al contrario, que dejen de ser amigos del acosado para encajar, es ley de vida, si no encajas te quedas atrás, y pese a nuestras buenas intenciones, los jóvenes, los niños, lo saben perfectamente, pese a que luego de mayores se pueda llevar unas vidas completamente plenas habiendo sido acosados de pequeños, faltaba más.

Hoy existe el bullying, mucho bullying, muchísimo bullying, mientras satisfechos los estómagos agradecidos, piensan que mucho se ha avanzado. No, nada de nada... ayer se pegó, hoy se pega y mañana se pegará, la supuesta campaña está a la deriva, se fue al garete, fue dinero tirado... cada cosa que hacéis no es más que de cara a la galería, porque se siguen pegando chicles en el pelo, tirando a gente a la fuente, robándoles bocadillos o el móvil, propinándoles patadas, tortazos, palizas, acosando cibernéticamente, poniéndoles en la picota... mientras no hacemos nada, ni nosotros ni ellos... Y ojo, muchos de los colegios tampoco.

 


¿Soluciones? Mirad, las soluciones las tienen que dar los expertos, y si los expertos no pueden o no quieren, hay que cambiar cosas, ya sean las soluciones o los expertos. Hasta ahora, en acoso escolar, laboral, en violencia doméstica, en racismo, etc... no se ha avanzado nada, y los que deberían dar soluciones no valen para nada. Yo aquí puedo soltar lo que quiera, y seguramente sean mejores ideas que las suyas, pero es absurdo. 

En cualquier caso, yo creo que no hay que premiar a los colegios por no tener casos de acoso, sino por todo lo contrario, mientras más casos de acoso tenga un colegio, más premios debería tener, por haberlos detectado, y cada niño acosador ha de tener sanción, pero paterna y materna, ésos son dos de los grandes culpables, ése es el niño que debe abandonar el colegio, no el acosado. Y se ha de premiar en condiciones al chivato, claro está.

En fin, sales a la calle y lo ves claramente, cualquier grupo de más de 10 chicos o chicas tiene su propio individuo tendente al acoso y otro al ser acosado, ya se lo ves en la cara. Y si frecuentas los lugares que frecuentan los menores de 14 años, ves el acoso día tras día: la bromita pesada (que no es más que bullying), el chistecito sobre la apariencia (bullying), el calificativo no muy hiriente (bullying incipiente), el empujoncito (bullying), la mirada de desprecio o la risa irónica (bullying), el no dejar jugar a uno (bullying), el ignorar al que no nos gusta (bullying), todos son "microbullyings", pero algunos de micro no tienen nada porque hieren a lo grande... ahí hay que atacar nosotros, no los niños que no tienen aún mecanismos para solucionarlo, en la calle, en el colegio, en la casa cuando vemos algo raro... ahí es dónde los adultos hemos de poner puertas al campo, porque el gordito, la gafitas, la culona, el blanquito, la jirafa, el rarito, la marimacho, el empollón y la friki, también tienen derecho a vivir y ser libres, aunque no sean nuestros hijos, aunque sólo les vaya a pasar a los hijos de los demás... pero poneos en su lugar, en el de esos niños y esos padres... y entonces sabréis lo que se pasa, y algo desgarrador os hará, por fin... poner medios.

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