Mi primera vez: el bookcrossing
Quizá hace tiempo que tendría que haber creado una etiqueta de "primeras veces", pero bueno, ya es tarde. Hoy os hablaré del "bookcrossing", que como cualquier nuevo palabro en inglés que se precie, es más moderno, dinámico y preciso que cualquiera en castellano. Básicamente su explicación es que una persona deja (se suele decir "libera") un libro de su propiedad en un lugar público para que cualquiera se lo lleve. A veces incluye un texto explicativo y otras simplemente ahí queda, en lo que representa un poco esa cultura de lo libre, del Creative Commons, de compartir e incluso de economía colaborativa, que a tantas aplicaciones ha dado lugar en nuestros dispositivos móviles.
En ocasiones el propietario deja algún mensaje identificativo también, con la idea de poder reconocerlo si por casualidad el libro volviera a él, hecho harto difícil; y en cualquier caso, es una forma de dar una segunda vida a los libros y permitir que otras personas los disfruten (o sufran) cuando a nosotros ya no nos hacen falta o nos estorban (sí, si no tienes sitio los libros también estorban, como las personas o los dinosaurios de juguete). En mi caso no suelo participar de estas cosas sobre todo por falta de espacio en las estanterías, por lo que si leo suelo hacerlo en bibliotecas, aunque eso no quita para que sí haya comprado libros en Wallapop, en librerías de viejo o en tiendas de segunda mano (de esas que te compran los libros a 10-20 céntimos y los venden a 3 por 5 euros y cosas así).
El caso es que el otro día al salir de mi bloque me encuentro encima de
un poyete un montón de libros en fila (diría que algo más de 100), con
un cartel encima que indicaba de forma muy simpática algo como "si te
gusta alguno, llévatelo". Vamos, animaba a mirar y requetemirar y
llevarse un libro que antes había sido de esa persona tan amable. Así,
la primera noche miré por encima pero no vi nada interesante entre la
oscuridad: libros de varias colecciones de típicas novelas españolas
famosas, otros de cocina e incluso de animales. La segunda noche volví a
revisar, dado que me sorprendió que hubiese disminuido ciertamente su
número. Así, revisé y me llevé tres: el "Vuelva usted mañana" y otros artículos de Mariano José de Larra (con el que siempre me he identificado, y que seguramente relea pronto), "El Camino del Corazón"
de Fernando Sánchez Dragó (finalista en 1990 del Planeta, y pensando en
leerlo por primera vez un poco por fetichismo tras su reciente muerte),
y una antología de poesía española de Dámaso Alonso (nunca es poca poesía en el mundo, y en este caso guardando el libro más a modo de recuerdo familiar).
Ahora
se me ocurre si debería dar algún tipo de contraprestación, pero claro,
el propietario anterior ya la ha tenido al "librarse" de ellos, y
seguramente no querría otro libro a cambio... La contraprestación sería
dejarlos fluir más adelante si decido prescindir de ellos, o quizá dejar
fluir otros que me estorben de otras maneras. En cualquier caso, me
parece un gesto muy saludable: dejar que otros disfruten la cultura, no
aferrarse a las cosas que ya no vamos a usar, compartir conocimiento y
diversión (y a veces aburrimiento, claro).
Quizá si alguno
resulta ser una epifanía literaria os lo venga a contar, o si me
encuentro un mensaje perdido en esa botella que son estos libros,
también, prometo contarlo. Y si no pasa nada raro, engrosarán mis
estanterías ya repletas, en espera de que las paredes o los suelos no
aguanten más, el tiempo lo dirá...
Actualización (enero-2024): Finalmente "liberé" a dos de ellos, que tanta gloria lleven... en un zaguán de un edificio a 10 minutos de mi casa. Quién sabe qué fue de ellos, pero seguro que una buena historia tendrán.
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