20 octubre, 2023

Hoy vengo a juzgarte, a meterme en tus asuntos

Hoy es el día en el que por fin me he atrevido a dar el paso, y voy hacia ti sin remilgos, valiente, decidida, con la cabeza alta y la mirada nada esquiva, llego a tu lado y te lo suelto, sin vacilar, sin paños calientes y sin pensar siquiera en las consecuencias. Hoy, ¡vengo a juzgarte!

Y es que hoy me siento muy suegra, muy cuñado, muy coleguita de cervecitas sin derecho a roce ni a meterse en mis asuntos, muy portero, muy vecino del visillo, muy abuelilla con la que te cruzas y que te cruza palabras.

Hoy te diré que ese jersey es demasiado ajustado, que haría falta cortar el pelo a tu niño, que yo que tú cambiaría ya de coche, que esas cosas no se le dicen a una niña, que esos monederos o carrillos de la compra ya no se usan. Hoy vengo a juzgar tu forma de ser, tus gestos y tus gustos, a meterme en cómo tratas a tu familia, en cómo trabajas en un trabajo que me es ajeno, en cómo andas y mal acabas...

Hoy vengo a censurarte, a presentarme como mejor que tú, con mejores decisiones vitales, con mejores envoltorios de ropa y complementos, con más simpatía y don de gentes, con mucha mejor habilidad social, empatía y trato al cliente.

Hoy no me he podido aguantar más al ver que la estabas cagando, que ibas al precipicio, que jamás nadie en su sano juicio haría eso ni nada parecido, que todo se puede hacer mucho mejor, y que tu simple existencia es mediocre y falta de tacto y de tino.

¿Y no he pensado guardarme todo eso? No, porque alguien tenía que decírtelo de una vez, y la carga era innecesaria e insoportablemente inaguantable, porque debías saberlo ya y cuanto antes, y yo respirar tranquila y sin remordimientos: tus asuntos no están bien, no son como deberían ser, son mejorables y yo los hubiera mejorado mucho de haber sido tú, cualquiera lo habría hecho mejor de haber sido tú... y tienes que cambiarlo, y así te lo he soltado, valiente y sin reparo ninguno, allá tú si te molestas...

Y así, ella llegó, se acercó, se atrevió a romper la barrera de cristal entre ambos y me lanzó todo eso con el objetivo de destrozarme por dentro, y mientras tamaña acción bélica se producía, todo empezó a resbalarme y cayó al suelo sin siquiera hacerme un rasguño, porque la que no previó las consecuencias fue ella, ningunas... nadie es quien para juzgarte, para meterse en tus asuntos, nadie tiene por qué venir para mostrarse mejor que nadie, y sí para aconsejar, que eso siempre ayuda, pero es muy fácil diferenciarlos.

Sí, hoy he venido a juzgarte, a meterme en tus asuntos. Juzgo que me hayas juzgado, ni más ni menos, aunque a decir verdad, y con la cara roja como un tomate, sólo aciertas a decir: "no era mi intención, era sólo un consejo, allá tú", y pienso para mis adentros: "efectivamente, allá yo".


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