La nueva dictadura que trata de sexar a los equidistantes
Los equidistantes son esos inconscientes desalmados que caminan entre nosotros y que no son capaces de elegir tortilla sin cebolla o con cebolla. Esos son los que luego cuando llegan las elecciones, tras un mayor o menor análisis de las opciones a votar, ¡votan la que le parece mejor!, ¿pero estamos locos o qué?, ¿cómo es que no votan a su partido?, ¿no tienen o qué pasa? No, pero bastante tienen con lo suyo, son equidistantes... O más bien, que no piensan que la política sea como la Liga Santander de fútbol.
Pues eso, ya hablé, pero la cosa está tomando cada vez una deriva más exagerada, y las hordas de antiequidistantes que necesitan sexar como sea a todo el mundo caminan más y más seguras de que nadie podrá pararlas, en una especie de dictadura fascista que va marcando las casas de los que son judíos o donde hay primogénitos. ¡Corred, allí hay uno que dice que le da igual PP o PSOE! Y van y tras un interrogatorio y una grave tortura consiguen que diga un: ¡vale, soy de Ciudadanos!, que al menos les hace acallar su ira y pensar: "vale, de derechas de toda la vida, está bien aunque no sea de los nuestros, pero sexado queda...".
Y así, calle por calle y casa por casa, destruyendo a los que no son capaces de etiquetarse, a los que no pueden encasillar en un papel, por inencasillables, por impredecibles (ya os hablé aquí hace unos brutales 14 años de lo impredecibles y perniciosos que son los imparciales o equidistantes, algo nefasto para el pensamiento único actual, de derechas y de izquierdas claro).
Y entonces llega uno y me dice: ¡tienes que decidirte, si no eres feminista eres machista, si no apoyas a los ucranianos es que eres pro-ruso!, y así todo. Cuando estaba a mitad de escribir este post llegó a mi conocimiento la existencia de una canción llamada "Extremismo Mal", de Ojete Calor, que lo explica muy bien: "Cuando alguien te pregunte, di con imparcialidad, ni nazis ni judíos y ya está, mejor término medio, y ser tibio al responder, fascismo es excesivo y democracia también".
Ojo (ojete en este caso), la canción precisamente no va alineada con el trasfondo de este artículo realmente, porque ellos lo que quieren decir irónicamente es que en ciertas cosas en las que el común de la sociedad tiene claro que hay un bueno y un malo, no puedes ser equidistante, tienes que ir con el bueno sí o sí, pero... ¿quién decide quiénes son los buenos? Bueno, pues ya está decidido de antemano: en la guerra de Palestina-Israel son los palestinos, en la de Ucrania y Rusia los rusos, en el tema de mujeres y hombres, las mujeres, en el tema de los géneros múltiples y los que no lo entienden, los LGTBIQA+, en el tema de los okupas y los propietarios, los okupas; en el de empresa o trabajadores, los trabajadores, en el de ateos o católicos, los ateos, etc, etc... (de temas bomba o polémicos ya hice en su momento aquí un repaso interesante).
Parece claro, ¿no? Pues si tú piensas de otra manera y no lo tienes seguro al 100% (que no quiere decir que apoyes el bando malo, sino que ves o intentas ver grises porque aún eres capaz de pensar, porque tu mente creativa e inquieta siempre te hace dudar, porque incluso aunque todo apunta a una conclusión, tú sigues buscando hipótesis y jugando con la probabilística por si acaso nadie lo hace ya y estuvieran todos equivocados), no tienes perdón de Dios y debes ser erradicado o etiquetado por el Régimen, ni más ni menos.
¿Es que estoy diciendo que hay algún tipo de Régimen? No me seáis cándidos y cándidas, lo hay, y no es ni de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario. Y si no te haces afín a él, si no vas con sus colores (unos u otros, da igual, pero etiquetado, como si de un número tatuado en la piel se tratara), pondrán todo su empeño en aplastarte para que no seas capaz de hacer un mínimo gesto, un mínimo sonido, una mínima declaración de tus intenciones, que no son las suyas, pues dan la impresión de que el ser humano alienado actual puede elegir, y no, no podemos, porque casi todos somos ya de un equipo y estamos etiquetados, muchos de los que creen no estarlo, también lo están, y los pocos que quedan, son tan difíciles de encontrar como un Rinoceronte de Java, si es que los encuentras...
Y mientras todo nuestro mundo se desmorona inconsciente en esa dualidad bipolar que lo aturde sin remedio, los que nos miran desde arriba riendo a carcajadas (ya sean dioses, semidioses, ángeles, entes aún sin descubrir o simplemente nuestros muertos) se sienten tan superiores, tan por encima, que no alcanzan a darse cuenta de que toda la historia de la humanidad se escribe desde esa necesidad tan nuestra de sexar a todo el que nos rodea, de lanzar nuestros estereotipos encima de ellos ("este es un calzonazos", "esta es una marimandona", "este es un derrochador", "esta seguro que se droga", "este no tiene pinta de haber trabajado en su vida", "esta no sabe hacer la o con un canuto", etc.).
Esta puede ser una llamada de socorro más, desde el más acá... van quedando pocos, y simplemente sabiéndose ya en vías de extinción recuerdan llorosos lo que algún día fue una utopía, esa democracia en la que cada uno votaba al que creía mejor, en la que eran posibles los debates, en la que no había tráfico de influencias continuo, en la que los funcionarios servían al Estado y a sus conciudadanos, en la que empresarios y trabajadores sabían de su mutuo beneficio, en la que los servicios públicos eran para todos, en la que los niños eran el futuro y los ancianos la experiencia donde acudir, etc, etc... Utopía que dijo aquel, algo inalcanzable para seres mundanos tan imperfectos... Y desde aquí la miramos en nuestro sueño imposible, mientras a los pocos que quedan los acaban ya de sexar también, con la etiqueta de "inadaptados sin remedio".
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