Confesiones para quedarse descansando
Son revelaciones catárticas que a uno le hacen descansar por fin, son secretos sacados a la luz que por fin nos permiten respirar, son declaraciones guardadas y puestas blanco sobre negro para deleite de los amantes de la verdad y la justicia, también son palabras que nos dan alivio y paz; a veces duras, a veces injustas con algunos, a veces sorprendentes y a veces desgarradoras: así son las confesiones.
Todos tenemos algo que confesar. No me refiero a nuestros secretos, esos que hace poco dije que os recomendaba llevaros a la tumba y que sin duda alguna jamás traerían bien alguno, ni descanso, ni alivio ni paz. Me refiero a algo que nos guardamos en su momento para solventar una situación complicada, algo que dejamos de revelar, omitiendo los elementos clave para salvar el culo, y que quizá tiempo después sólo valen para reírnos de aquel momento que ese tiempo parecía tan importante y que ahora es sólo anecdótico.
Todos hemos confesado algo alguna vez, ya sea algo malo, como que fuimos nosotros quienes rayamos el coche de nuestro vecino (que ya fue al desguace hace años) o que siempre quisimos haber elegido la carrera de Biología en vez de Ciencias Ambientales, quién sabe.
En mi caso, y aunque "lo mío" me imposibilita prácticamente mentir (realmente me cuesta endiabladamente hacerlo, y sólo se me nota que miento cuando digo la verdad, por lo que así es muy difícil relacionarse con los demás, que sólo creen que dices la verdad cuando mientes, y creen que mientes cuando dices la verdad; pero eso es otra historia que otro día os contaré), también me he ido guardando cosillas, más por lo de omitir o edulcorar la realidad que por lo de la mentira, ya sea mentirijilla o piadosilla, pero sí, alguna vez he tuve que recurrir a ella, para evitar la vergüenza, quizá la mayor de las mentiras, que te hace dejar de ser tú mismo.
Así, hoy voy por fin a confesar ante todos vosotros, de un modo similar a aquellas del meme "cinco cosas que no sabes sobre mí", pero en este caso entrando en esas cosas más sombrías, ya que aquellas eran más bien extraordinarias anécdotas. Ahí voy, y por supuesto y como siempre, sin saber aún en el momento que escribo esto, de qué porras voy a hablar, que al final es lo más divertido:
-Aquella tarde en Sabinillas ya había cumplido los 13, pero era la única manera de permanecer en el grupo junto a los geniales amigos que ya había hecho.
-Sí, efectivamente Manuel Herrero Maestre nació en 1967.
-No, ese coche no circulaba habitualmente por la provincia de Jaén.
-Ningún individuo o mecenas trajo un nuevo juego para la plazoleta venido desde Francia, pero, ¿y lo bien que lo pasamos jugando?
-Esa primera vez no me empleé al 100%, pero era por el enorme placer de disputar en igualdad de condiciones.
-Realicé una copia de seguridad de todo en mi pendrive, con el nombre de "Tesoro", salvándolo así de la quema.
-No, no me fui corriendo porque me habían llamado, es que me había asustado de verdad el discurso del Monstruo.
-Hubiera acudido a aquella cita en la Plaza Einstein si no me hubieran avisado del engaño.
-Mi sobrino no estaba aquel día conmigo mientras el Nostro y el AZ'67 (¿o quizá Torpedoq y Vanished?) dilucidaban el título de liga y vos mirabas desde la esquina.
-El ajedrez era una excusa para estar a solas casi cada día con ella.
-No estaba imitando a un jugador lesionado, me dolía el talón por un grave problema médico.
-Las pupilas dilatadas son una clara señal de que la persona está en el séptimo cielo, incluso enamorada.
-No, de mayor no quería ser sacerdote.
-El libro no era exactamente así, sino que en mi resumen aproveché para hacer una adaptación imaginativa a lo que yo quería que fuese la realidad.
-He retocado levemente u omitido nombres y lugares en este post para hacer muy difícil de entender cada una de estas confesiones salvo para mí.
Para terminar, y mientras se me fueron ocurriendo las confesiones, me di cuenta que sí tenía muchas más cosas del tipo "cosas que realmente eran verdad pese a que no me creísteis", quizá otro día las comparta con vosotros, porque sí, hay que ver lo incrédula que es la gente con esas cosas extraordinarias que parecen mentira y no lo son...
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