06 junio, 2021

Cuando pones un libro en un estante

Hoy os vengo a hablar de ese momento mágico en el que haces miembro de tu familia a un nuevo libro, en el que lo incorporas para siempre a tu memoria, a tu idiosincrasia, a tu colección de seres y objetos queridos. 

Tras llegar a tus manos por primera vez, ya sea prestado, comprado, encontrado, un nuevo amigo llega a tu vida, y después de hojearlo quizá, de leer la sinopsis, el lomo, ojear el prólogo o simplemente oler su fragancia, incluso devorarlo entero de pe a pa, al final siempre llega el momento de guardarlo, ya sea porque estorba, porque lleva meses en una repisa, en un cajón, en una mesita, ya sea porque eres muy ordenado o porque simplemente es lo lógico. Piensas dónde llevarlo y te diriges allí, para buscarle acomodo.

Cuando metes un libro por primera vez en tu biblioteca siempre tienes la duda de si lo acogerán bien, de si los compañeros que va a tener para siempre en su estantería, en su balda concreta lo aceptarán tal y como es, y si serán buenos compañeros. 

Anoche dejé el libro a última hora en uno de los estantes, y pensé detenidamente si sería el lugar adecuado, si en este caso Lope de Vega será buen compañero... Miré despacio los lomos, de derecha a izquierda por toda la balda, fijándome si tenía el mismo color, si guardaba la uniformidad o incluso la desuniformidad de la hilera en que ahora se situaba. 

En estas ocasiones me suelo fijar también en la altura, si tiene la misma que los de alrededor, y si sobresale por ser demasiado ancho, que quedaría fatal, son detalles que en cada persona se acentúan más o menos según su grado de trastorno obsesivo-compulsivo, en mí de grado medio, sin abusar.


 

Igualmente pienso que tampoco hay que ser muy quisquilloso, porque pasa como con las personas, que incluso las más diferentes o extrañas se acaban llevando bien, se complementan, entonces, si tampoco pones demasiado pegas acaban encontrando su lugar.

Recuerdo que el día de antes ya vi que los libros tenían un hueco y vi que al meterlo quedaría todo perfecto, es lo que suelo hacer y lo que al día siguiente busco: vuelvo a mirar de nuevo a ver si parece que siempre había estado ahí, y en este caso sí, así que entiendo que los de al lado lo han acogido con agrado y ya forma parte del grupo, que puede ser heterogéneo u homogéneo, de la misma colección, temática, grupo de autores, o que no hay ninguno que chirríe demasiado. Es verdad que a veces quizá colocas uno que no pega mucho con los otros y lo pones a la derecha del todo, y acaba también incluso pegando, al final es como con las personas, te acostumbras a ellas, a cosas, a situaciones, y las acabas haciendo tuyas propias como hecho particular que a ti te ocurre. Sí, somos unos seres que nos hacemos muy fácilmente a lo bueno, a lo malo, a un libro, opinión, persona, y aunque tengamos cierto rechazo al principio, al final nos acostumbramos.

Días, semanas, meses, incluso años después, volveré a la estantería a mirar y ya, seguramente, ni siquiera recordaré cuál se puso primero y cuál se puso después, cuál tuvo periodo complicado de adaptación y cuál siempre pareció estar ahí, casi desde la propia creación del mueble. Volverán sin duda a ser un grupo homogéneo a pesar de sus grandes diferencias, una simbiosis quizá a la espera del próximo cambio, que eso somos, que eso es el quid de todo, el cambio, y nuestra capacidad de adaptación, infinita sin duda...

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