Cuando tu madre es famosa
Cuando tu madre es famosa, la gente la saluda por la calle
Cuando tu madre es famosa, todos se giran al verla
Cuando tu madre es famosa, vas de la mano de una celebridad
Cuando tu madre es famosa, su muerte es de todos, no sólo tuya
Quién tuviera una madre no famosa, para disfrutar tú solo de ella
Quién tuviera una madre no famosa, para gozar de ese anonimato
Quién tuviera una madre no famosa, para no ser blanco de las miradas
Cuando tu madre no es famosa, su muerte es tuya y de nadie más
Es raro, cuando tu madre es famosa, eres un privilegiado por tenerla
Es raro, cuando tu madre es famosa, no es tuya al cien por cien
Es raro, cuando tu madre es famosa, todos saben quién es tu madre
Es raro, cuando tu madre es famosa, se va pero sigue existiendo para todos
Famosa como nadie era la madre de Carlos III, pero también se tuvo que ir
De pequeño era blanco de todas las miradas, su madre que resplandecía
De mayor también lo era, su madre que seguía resplandeciendo
De anciano tuvo y retuvo, aunque su madre ya sólo lo esperaba arriba
Cuando tu madre es famosa, sientes que es algo más que madre
Cuando tu madre es famosa, es como si fuera la madre de todos
Cuando tu madre es famosa, una sonrisilla orgullosa te asoma
Cuanto tu madre es famosa, lo sigue siendo pese a su pérdida
Quién tuviera una madre no famosa, para sentir cómo se siente
Quién tuviera una madre no famosa, para no compartirla con nadie
Quién tuviera una madre no famosa, para que nadie te la toque
Quién tuviera una madre no famosa, para sorprender a los demás
Es el sino de los que tenemos una madre famosa, de Carlos III, Felipe VI o Jesucristo, y de tantos otros, sólo nos queda intentar estar a la altura. Cuando tu madre es famosa, luce más por famosa que por madre, es así, y no hay por qué sentirse traicionado o egoísta. Madres que son de todos, simplemente. A lo mejor un día todos hacemos famosas a nuestras madres, a ver cómo se sienten.
2 comentarios:
Sin duda, elijo tener una madre que no sea famosa. Ser famoso puede agrandar el ego pero es más una condena que otra cosa. Estoy orgulloso de mi anonimato, de mi menudencia social. Saludos.
Efectivamente es un tipo de condena, a veces incluso de por vida, no todos saben/sabemos llevarlo con la entereza debida y se nos acaba yendo la cabeza convirtiéndonos en rehenes autómatas de la fama, que también es una droga de la que necesitamos más y más.
Orgullo de no famosos, claro que sí. ¡Saludos!
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