El inglés en las bibliotecas, asignatura pendiente
No vengo hoy en son de queja, simplemente a modo de constatación de una realidad, sin más, y teniendo en cuenta que ha sido mi primer acercamiento a dicha realidad.
El caso es que hace unos días, con la idea de practicar el inglés y también intentar paladear de otra forma la literatura en lengua inglesa (que en mi caso, siempre va a ser más gratificante con la traducción en castellano, ya que mi nivel no llega al C1 y perdería muchos matices y tiempo buscando palabras clave para entender el contexto), se me ocurrió la idea de sacar algún libro escrito en inglés de la biblioteca,
Con dicha idea entré esta semana a mi recién estrenada biblioteca de cabecera en la capital granadina, pensando yo que tendría una estantería propia en alguna esquina apartada, con decenas de títulos quién sabe si de Faulkner, de Wilde, de Heaney, de Capote, de Woolf o de aquella mujer oculta bajo un nombre ambiguo para nosotros como el de Pearl S. Buck (que sí, que era una tía), por decir algunos; yo qué sé, todo según el criterio de los bibliotecarios que también podría andar por los Tolkien, Stephen King o la archimillonaria Rowling, a saber.
Total, a la pregunta de si tenían libros en inglés, me repreguntan que si de adultos o de niños, y dije que casi daba igual, que literatura era, pero me contestaron que sólo había uno de adultos y estaba prestado, y que los de niños sí eran más y estaban en la sala infantil, claro...
Si quería títulos adultos en inglés, debía ir a la biblioteca del Albayzin, mucho más cercano a la zona guiri, al Centro de Lenguas Modernas o a los turistas que rodean la colina roja de la Alhambra, que oye: ¡bien!, porque incluso existe un servicio de préstamo interbibliotecario que permite que se envíe el libro a la biblioteca que tú quieras para que te lo puedan prestar allí, vamos, impecable.
Como decía al principio, no vengo en son de crítica alguna, pero sí me parece curioso que hoy día el inglés sea sólo para los niños, esos que ahora aprenden sus asignaturas en centros trilingües (bueno, desaprenden las asignaturas a la vez que aprenden el idioma, que probablemente les sea mucho más útil que las otras, así que olé ahí, bienvenido sea). Y mientras tanto, los padres no somos capaces de enhebrar más de dos frases completamente coherentes sin atascarnos un poco, sin pensar y repensar y rascarnos la cabeza exhalando un vacilante "hummm" mientras nos sale lo que queríamos decir.
Es sólo la herencia de un pasado en el que incluso el francés era el idioma aprendido y el inglés no pintaba nada, y quizá nosotros somos aún herederos de esa generación para la que el inglés sonaba a alien y cualquier palabra venida de la pérfida Albion o los amigos norteamericanos sonaba a la vez a chino (quizá pensando que algún día serían esos chinos los que nos dominarían por completo).
Total, que si no hay libros es porque nadie los pide, aunque ojo: el único ejemplar sí está prestado, eso es digno de valorar por los que deciden qué libros habrá en el catálogo, pero no soy bibliotecario pese a haber estudiado dos años en dicha facultad (y uno de Máster, además), así que dejaremos a los profesionales ese tipo de decisiones.
En cualquier caso, este suceso me evoca un mundo tenebroso en el que sólo existe un libro en una biblioteca y está prestado (y a saber la temática de la que hablamos). Qué espeluznante guionista no habría encontrado un comienzo tan brutal para su último trabajo: un final apocalíptico para una sociedad en la que todo el conocimiento escrito ha quedado reducido a tan poco y la gente se mata por conseguir el libro a préstamo, claro (aunque quién sabe si en ese futuro no habrá una tecnología tan brutal que permita que TODO el conocimiento humano habido y por haber esté al alcance de la mano leyendo un sólo libro, ahí sí me reconfortaría de por vida).
Yo abogo desde aquí por la apertura de miras u horizontes, sin volvernos locos, pero
creo que al menos un ramillete de 10 ó 15 libros en inglés sería un
comienzo aceptable para esta biblioteca de barrio, una simple pincelada que no costaría demasiado
esfuerzo y que tampoco sería desastrosa si nadie finalmente los leyera. Y
sí, para esto también están las sugerencias en la propia institución,
todo se andará... Quizá otro día pregunte incluso por el susodicho libro y os lo cuente en una actualización aquí debajo, el tiempo dirá.
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