14 abril, 2023

Apellidos de Porcuna (4)

Es probable que aquí finalice esta serie de entregas con los apellidos de Porcuna, ya que entiendo que no tiene sentido ampliarla con más apellidos si está pendiente la publicación de un libro que los va a contener todos —entiendo que al ser mía la bitácora y yo el autor del libro, no habría problemas de derechos conmigo mismo, pero a saber..., y de camino he revelado de qué va el "mi libro" del que hablé ya en tres ocasiones en este blog (una, dos y tres)—.

Esta vez vamos con varios apellidos poco comunes o anecdóticos a lo largo de nuestra historia. Como hay mucha menos información de ellos, me voy a permitir incluir un número mayor que en anteriores entradas, por lo que serán hasta 20:  

 

Adarve: Llega en 1656 con el matrimonio de Francisco Adarve, de Granada, y Andrea de la Cova, y pasa a siguientes generaciones con su hijo Francisco Adarve de la Cova y su nieto Juan Adarve Márquez, que tiene varios hijos a primeros del siglo XVIII, pero sin que el apellido se perpetúe en el pueblo.

Aguirre: Lo vemos por primera vez en una mujer casada en 1724, procedente de Guadalajara. Sus hijos también llegan a casarse en Porcuna. A mediados del XVIII nacen dos hijos del alcalde mayor de la villa Martín Aguirre Arzubía, pero el apellido no alcanza el siglo siguiente. A mediados del XX nace circunstancialmente el músico Kepa Aguirre Aibar. 

Albertos: Existía ya en 1596, donde el matrimonio de Francisco Martín Albertos y Francisca Rodríguez tiene un hijo (luego vendrían incluso nietos, pero a mitad de siglo deja de aparecer, sin volver hasta el XX).

Alconchel: A primeros del siglo pasado había un zapatero procedente de Alcalá la Real (Jaén) que se casó en Porcuna. De ahí salió un dicho “ser más guarro que Alconchel” (que se deformó a cosas parecidas a “eres más guarro que el corchés”).  

Aleu: Llega a Porcuna en los años 20 del siglo pasado con la familia del notario Manuel Aleu Carrera, que traía una decena de hijos, teniendo una en Porcuna y casando a otra también. Tras la Guerra Civil abandonaron el pueblo (uno de ellos fue asesinado por el bando republicano y su nombre consta en la cruz de la Iglesia) y el apellido no continuó. 

Alfez: En 1345 aparece puntualmente en una escritura Samuel Alfez, vecino de Porcuna, como almojarife de Juan Núñez, maestre de Calatrava. Se trata del arrendamiento de los bienes que la Orden de Calatrava poseía en el lugar de Carrión del Aljarafe, en Sevilla. Es probable que se trate de un apellido judío, idea reforzada por el hecho de que los almojarifes se dedicaran a recaudar los impuestos y precisamente fuese habitual que lo hicieran los judíos en aquella época (además, el nombre "Samuel" también era habitual entre los judíos). También existe un pueblo llamado Alfés en la provincia de Lérida.

Almoguera: Llega a finales del XVI desde Morente (Córdoba), con Alonso y Miguel Ruiz Almoguera. En 1619 se casa Juana Ruiz Almoguera, hija de este último. Debido a que se va a ir heredando solo el patronímico “Ruiz”, y que las hijas tomaban más bien el apellido de la madre, acaba por no continuar. 

Amigo: Lo encontramos en un bautismo de 1562, de un hijo de Alonso Ruiz Amigo, y a finales de ese siglo también aparecen hijos de Pedro, María e Isabel Ruiz Amigo. Como pasó con el anterior, se acabó perdiendo al heredarse los patronímicos que llevaba delante, con versiones como: “Ruiz Amigo”, “López Amigo” o “Gutiérrez Amigo”.  

Aradero: No existente en la actualidad. Lo encontramos a mediados del siglo XVI con Francisco y Cristóbal Ruiz Aradero, que aparecen como padres o padrinos en algunos bautismos. Volvemos a verlo en 1609 con el matrimonio de Alonso González Aradero y Ana Gutiérrez, y a finales de siglo con el clérigo Diego González Aradero. Tampoco perdurará al heredarse los patronímicos.

Archidona: Lo vemos por primera vez en el matrimonio de Francisco Peláez de Archidona y Ana Aguilera, en 1600. Luego, su hijo Francisco López Archidona se casa dos veces: en 1625 con Ana Hidalgo y en 1642 con Catalina Bosmediano, heredando su descendencia el apellido "Peláez".

Arrabal: A mediados del XVI encontramos como padres o padrinos de bautismos a Bartolomé, Catalina y Juan López Arrabal (este consta como regidor en la cofradía de San Marcos en 1549), y a finales de ese siglo vemos las bodas de Pedro y Juan López Arrabal, procedentes de Jaén. Es muy probable que se heredara el patronímico “López” como en tantos otros casos hasta perderse. Hasta el siglo XX no reaparece, procedente de Jamilena y Torredonjimeno (Jaén), pero siempre como segundo apellido, también en el recordado maestro Luis Villasclaras Arrabal.  

Arredondo: Aparece a primeros del XIX, donde Ramón Arredondo, de Baza (Granada), y María del Carmen Baño, se afincan en Porcuna y bautizan a varios hijos. Nacerán unos 15 nietos, pero llevándolo como segundo apellido al provenir de sus hijas, por lo que no continuará.  

Barneo: Aparece en un bautismo de 1890, de José Barneo Lupiáñez, con el padre procedente de Torredonjimeno (Jaén). La familia aún continúa en el pueblo, pero al tener dos hijas, el apellido se heredó en segundo lugar en la tercera generación, por lo que en unos años no continuará.

Barrachina: En el anuario Bailly de finales del siglo XIX aparece Adolfo Barrachina Mancheño como propietario de unas viñas, siendo alcalde después entre 1924 y 1930 cuando ya era un coronel retirado. Pocos años después llevaba el apellido una mujer procedente de Teruel, sin que continuara en su descendencia.

Barrientos: En el último cuarto de siglo XVI nacen al menos 7 hijos del sastre Diego Barrientos e Isabel Mellado. Sólo se casan en el pueblo sus hijas Ana Bueno e Inés Gutiérrez Mellado, pero sin usar el apellido paterno, por lo que se perderá sin que sepamos a ciencia cierta cuándo llegó a Porcuna.

Béjar: Aparece en 1817 con el matrimonio de María Francisca Béjar Mora, procedente de Villa del Río (Córdoba), pero sin continuar. Luego llega a mediados del siglo XX con la familia “Béjar Águila”, procedente de Villardompardo (Jaén), que tiene descendencia tanto allí como en Porcuna, pero al llevarlo las mujeres, el apellido no continuará. 

Benegas: En 1521 consta que Pedro Venegas acudió junto a Alonso Ruiz y Diego del Barrio a las capitulaciones de La Rambla. A finales de ese siglo nacen hijos de Pedro Hurtado Benegas, que dada la coincidencia en el nombre del anterior, podemos presumir que pueda ser un hijo o nieto, sin que el apellido continúe al heredarse en segundo lugar.

Bonilla: En 1611 se casa el licenciado Pedro de Bonilla, de Arjona (Jaén), con Ana León, y a mediados de ese mismo siglo ejerce como cura su hijo Sebastián de Bonilla León, fundador de una obra pía que continuaba vigente en 1752 cuando se realizó el Catastro de Ensenada. A finales del XVIII aparece en dos nacimientos cuya madre es de Zamora, sin continuar.

Briceño: En los primeros libros parroquiales de la década de 1560 consta el Bachiller Briceño, y hay nacimientos de hijos de Juan Briceño y de Catalina, esclava de Bartolomé Briceño, por lo que durante este siglo debió haber al menos una familia en Porcuna con el apellido, sin continuar más allá.

Buenaño: Lo encontramos puntualmente en 1671, en el matrimonio de Juan Buendía y Ana Luque Buenaño, de Martos (Jaén); y en 1723 con la boda de Juan Ignacio Buenaño, también de Martos, con Juana Martos Toribio, que tendrán descendencia, pero llegándose a perder el apellido al heredarlo sus hijas por detrás de otros como Palomo o Herrera que son los que han llegado a la actualidad.

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