13 enero, 2021

Perrault, y los cuentos sin paños calientes

¿Quién no ha leído, visto o escuchado uno de sus nombres, una de sus creaciones, una de sus fábulas? ¿Quién no ha soñado con ellos, aprendido con sus moralejas o disfrutado con su versión cinematográfica? Hablo de los cuentos, de las fábulas, de los Hermanos Grimm, de La Fontaine, de Samaniego, de Perrault o de Hans Christian Andersen, el Gato con Botas, la Sirenita, la Cigarra y la Hormiga, la Bella Durmiente del Bosque, etc., los clásicos que siempre perduran, a los que siempre uno puede volver.

Si nos referimos a los cuentos, hablamos de historias milenarias, tradicionales, pasadas de generación en generación, a niveles incluso supranacionales, luego recogida esa tradición oral por algún escritor, y pasando también de escritor a escritor a través de los tiempos, con sus versiones, con sus quitaypon, con sus adaptaciones, con su censura, y finalmente llegando a nuestros tiempos, más o menos recortados, más o menos sesgados, o más o menos adaptados a esta era, a nuestra sensibilidad y a los cambios lógicos en tantos siglos de vida.

Hoy quiero hablar de los 'Cuentos de Antaño' de Perrault, un conjunto de ocho cuentos en prosa que publicó en 1697 y cuya mayoría aún pervive en nuestro imaginario popular, no sólo eso: son de total y plena actualidad y todos, mayores o pequeños los conocen. 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antes de nada, querría hacer un repasillo a todo esto, somero, rápido: empezando por el siglo XVI con los cuentos de Basile recogiendo esa tradición oral de la que hablábamos y metiendo a esas hadas y ogros por medio; luego Perrault en el XVII, que escribió muchísimos y consiguió que varios llegaran a nuestros días, poniendo algo de paños calientes a esa tradición oral donde eran mucho más crudos; después en el XIX los Hermanos Grimm adaptaron muchos relatos alemanes, además de actualizar los de Perrault, y Andersen hizo lo propio en su Dinamarca natal. En cuanto a fábulas, desde los más remotos tiempos se cultivó este género literario, siendo quizá el más famoso Esopo. Luego, aunque desde Hesíodo hasta Leonardo Da Vinci las escribieron, el más recordado por ello fue La Fontaine, en el XVII, mientras que en España el primero que nos puede sonar es Félix de Samaniego, ya en el XVIII, ambos adaptando muchas de las fábulas de Esopo.

Luego ya llegó la industria de los dibujos animados y llenó las carteleras de todos estos personajes. En mi caso, de pequeño tenía un libro de fábulas de La Fontaine que no sé dónde anda, y sí he visto por  casa uno de Perrault.

Pero bueno, echemos un vistazo a esos 8 cuentos de Perrault, que pese a que ya dulcifican un poco las leyendas anteriores, hoy en día probablemente tendrían que ser censurados, tapados los oídos y los ojos a los tiernos y sensibles niños y niñas de "generación tablet" (y pronto a los "generación pandemia"):

 

-La Bella Durmiente: ya sabéis, un hechizo, una tipa que se duerme, un bosque de zarzas que cubre el castillo y un príncipe que la salva a los 100 años. Luego la cosa degenera y otra tipa (a veces la madre del príncipe, a veces la verdadera mujer), se quiere comer para almorzar a los hijos de la dormida (la niña es la que se llama Aurora, no la Bella Durmiente como muchos creen actualmente por las películas) y también a la Bella Durmiente, aunque al final la engañan. 

Moraleja: hay personas que comen niños, ojito. 

Versiones antiguas: el príncipe en realidad es un rey casado y violador, o acaba quemando a su mujer para casarse con la durmiente.

 

-Caperucita Roja: una madre envía a su niña por el bosque a llevar unas galletas a la abuelita. Un lobo va y se come a la abuelita, y luego engaña a Caperucita y se la come también. 

Moraleja: cuidado por dónde caminas, los lobos comen gente, el mundo es peligroso y nada es lo que parece.

Versión antigua: el lobo la engaña para que se coma a su propia abuela.

 

-Barba azul: Un tipo va buscando esposa y al final consigue que una familia le dé a una de sus hijas. Cuando se va unos días la esposa descubre que en el sótano tiene los cadáveres de todas las anteriores esposas. 

Moraleja: cuidado con los novios que te eches, pueden tener un pasado. 

Versión antigua: ya el propio cuento es una versión antigua porque está estigmatizado por ser muy cruel, así que no ha tenido siquiera una versión "Disney".

 

-El Gato con Botas: En una herencia, los dos primeros hermanos reciben buenas cosas, pero el tercero sólo recibe un gato, que resulta ser un supergato, pues todo lo que caza se lo lleva a un Rey como si fuera de parte de su dueño, y convence a los del pueblo para que digan que todas las tierras son de su dueño. Al final incluso le consigue casarse con la hija del Rey. 

Moraleja: a caballo regalado no le mires el diente.

 

 -Las hadas: Una viuda tenía 2 hijas, se ve que a una la quería y a otra menos. La menos querida era desdichada, y un hada le hace un hechizo y a partir de ahí cada vez que habla echa diamantes por la boca. La viuda le dice a su hija querida que vaya a por el hada para conseguir lo mismo, pero el hada sabe que son malas, y lo que consigue es que cada vez que hable eche sapos y culebras. Al ver el desastre echan a la hija menos querida de la casa, pero al final se la encuentra un príncipe y se casa. La otra hermana muere sola en el bosque.

Moraleja: el karma a veces sale por algún lado.

 

-Cenicienta: se muere la esposa de un hombre y se casa con otra tía que tiene 2 hijas. Las 2 hijas y la madrastra le hacen la vida imposible a la hija natural del hombre, y aunque no le dejan ir a un baile, un hada le ayuda a escaparse e ir. Allí se enamora de un príncipe, pero se tiene que ir. Al volver al baile otro día, vuelven a encontrarse pero se tiene que ir antes de las 12. Al final como se olvida un zapato, el príncipe va chica por chica, y cuando la encuentra y ve que es el suyo, se casan. 

Moraleja: al final el karma otra vez.

Versiones antiguas: la madrastra corta los dedos a una hija y el talón a otra a ver si caben en el zapato, o al final del cuento las apedrean y las tiran a un pozo a las tres.



 

 

 

 

 

 

 

 

-​ Riquete el del copete: un tío muy feo y jorobado nace en un palacio, y en otro palacio nacen una muy guapa y tonta y otra muy lista y fea. La tonta y guapa consigue que un hada la hechice y la haga lista, y entonces como era novia de Riquete al final lo quiere dejar porque es feo, pero otro hechizo lo hace guapo y por fin se casan. 

Moraleja: al final todas las guapas-tontas acaban teniendo suerte, si eres guapo te va mejor.

 

-Pulgarcito: Una familia con 7 hijos muy chicos, los padres no tienen dinero y abandonan a los hijos en el bosque, menos mal que Pulgarcito es listo y echa piedrecitas para saber volver a casa. Otro día los vuelven a abandonar y como no había piedras echa miguitas que se comen los pájaros. Llegan a la casa de un ogro que quiere comérselos, pero lo hará de noche yendo a su cama. Ellos son listos y le ponen sus gorros a las 7 hijas de ogro, así que como estaba oscuro las mata y se las come a todas. Además Pulgarcito le roba las botas de siete leguas y se hace de MRW. 

Moraleja: si eres listo evitarás la muerte dando el cambiazo, además es bueno robar botas.


Conclusión: en casi todos los cuentos hay varias muertes violentas o gente que ha muerto previamente (mucho viudo y viuda se ve ahí), algunas muertes bastante sangrientas (en general suelen ser comiéndose a la gente, un poco antropófaga la cultura popular). También hay muchos matrimonios, super rápidos: en cuanto chico conoce a chica se enamoran y se casan, así de fácil, sin mediar conversación. Lo chungo es que siempre hay ogros dispuestos a fastidiarte en tu camino, suerte que todos tenemos algún hada madrina para echarnos una mano en forma de hechizo.

En cualquier caso, y aunque soy partidario de dulcificar un poco la realidad a los niños pequeños, tampoco pasa nada por decirles un "y la matan" o "y se muere", que al final para ellos son palabras más vacías de contenido que para nosotros. Al fin y al cabo, pese a parecer historias para niños ahora, eran cuentos con moraleja de entonces, para alimentar las mentes de los mayores, para explicarles su percepción del mundo, para enseñarles, al fin y al cabo, que para eso están los cuentos.

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