Un 20 de enero cualquiera
Pensé que era un buen momento
Por fin se hacía realidad
Tanto oí hablar de tu silencio
Dicen que te arrastra como el mar
Llené de libros mi maleta
También de fotos tuyas de antes
Dibujé tu sonrisa junto a la mía
Me dormí con tu abrigo en el sofá
Quiero estar a tu lado
Quiero mirarte y sentir
Quiero perderme esperando
Yo quiero quererte o morir
En el momento que vi tu mirada
Buscando mi cara
La madrugada del veinte de enero
Saliendo del tren
Me pregunté: ¿qué sería sin ti el resto de mi vida?
Y desde entonces te quiero
Te adoro y te vuelvo a querer
Cogí un tren que no dormía
Y vi tu cara en un cristal
Era un reflejo del sol de medio día
Era un poema de amor para viajar
Quiero estar a tu lado
Quiero mirarte y sentir
Quiero perderme esperando
Yo quiero quererte o morir
En el momento que vi tu mirada
Buscando mi cara
La madrugada del veinte de enero
Saliendo del tren
Me pregunté: ¿qué sería sin ti el resto de mi vida?
Y desde entonces te quiero
Te adoro y te vuelvo a querer
Te perdí y no te perderé
Nunca más te dejaré
Te busqué muy lejos de aquí
Te encontré pensando en mí
En el momento que vi tu mirada
Buscando mi cara
La madrugada del veinte de enero
Saliendo del tren
Me pregunté: ¿qué sería sin ti el resto de mi vida?
Y desde entonces te quiero
Te adoro y te vuelvo a querer
Hoy vuelve a ser 20 de enero, como todos los años desde tiempos inmemoriales. Esta entrada va por tantas y tantas parejas, donostiarras o no, que tuvieron sus comienzos ese 20 de enero, día grande de San Sebastián, con su tamborrada, con sus gentes vestidas de francés, con sus gentes enloquecidas en un día tan señalado. Qué mejor día que uno que tenga una canción, al menos desde 2003, para celebrar cualquier cosa. Hoy, celebremos, que es un 20 de enero cualquiera...
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