28 septiembre, 2021

Historias con final irreal y uno verdadero

Este es otro artículo de "juego", al estilo de aquel "diciendo verdades y una mentira, pero cuál", que publiqué no hace mucho, con anécdotas inauditas que me ocurrieron, y que tenía como punto emocionante el que una de ellas era mentira y aún más emocionante el que el resto fueron auténtica y pura verdad.

Esta vez no llega la cosa a tanto, ya que las historias no son tan alucinantes, sino que simplemente son 5 anécdotas que me ocurrieron, también un poco sorprendentes o extrañas ("bizarras", como diría erróneamente ahora cualquier centenial o boomer que intenta hacerse el joven, a saber). Para hacerlo un poco similar a aquel pero con identidad propia, voy a hacer al revés, exagerando una pizca el final de todas ellas (salvo de una que es totalmente real). Ahí van: 

 

1- Diga Carlos Roberto

Estaba yo en 1996 deambulando "aburrido" junto a 3 amigos por un campamento infantil en la provincia de Málaga (el de Sabinillas, en el que obviamente no nos aburríamos para nada: nos lo pasamos en grande). De pronto, para matar el tiempo se nos ocurrió un experimento bastante friki que trataba de conseguir que todas las personas del campamento dijeran alguna vez “Carlos Roberto” (justo ese año el Real Madrid había fichado a Roberto Carlos, cosa que tuvo que ver). Así, fuimos pidiéndolo a todo el que veíamos que lo dijera, e íbamos tomando nota de cuántos llevábamos. En días siguientes, a algunos les hizo gracia y se fueron incorporando al "equipo" para ayudarnos. Poco a poco la campaña se hizo famosa en la colonia y hasta los monitores y organizadores nos ayudaron (e incluso nos salió algún grupo imitador con otro nombre femenino que no recuerdo). La cosa empezó a irse de madre y acabó trascendiendo fuera. Sólo los más mayores lo recordaréis: por entonces había un programa llamado Megatrix en Antena 3. Pues bien, algún chico que estuvo en las colonias llamó hablando del reto y un día en el programa acabaron pidiendo a todos que dijeran "Carlos Roberto". Podría decirse que fue uno de los primeros "retos virales", antes de haber incluso internet. Mi orgullo es que todo partió de una reunión de amigos entre los que me encontraba.

 

2- ¡Al ladrón!

Esta historia ocurrió hace 2 años, cuando estaba yo paseando con mi esposa junto a los zapatos del Danubio, monumento en recuerdo a momentos terribles de la Guerra Mundial. Allí me encontré un filón de chapas (hace no mucho que conseguí la chapa número 1000): resulta que en los bancos del paseo era costumbre beber por las tardes/noches, y que los húngaros o sus turistas son también guarretes como en España, así que empecé a encontrar muchas chapas bajo los asientos. En cierto momento bajo uno de ellos vi que había varias chapas que no tenía, así que me agaché a cogerlas. En ese banco resulta que había una familia sentada, pero tampoco me importó porque en principio no les molestaba. De pronto cuando estaba agachado cogiéndolas, me vieron y pensaron que era una especie de carterista al descuido y empezaron a gritar y salieron corriendo, se lió bastante revuelo y vino un policía a todo correr, aunque yo no me moví, claro. Digamos que me "detuvo" sin violencia y le tuve que explicar malamente en inglés que sólo me interesaban las chapas del suelo. Ya pensaba que pasaría la noche en el calabozo, pero al final lo convencí y acabó regañándome, pero nada, pudimos seguir el camino.


 

3- El hermano de Fran

Sería 1994 más o menos, estábamos jugando unos cuantos amigos en la plazoleta de Porcuna cuando de repente llega un señor (hoy en día mi perspectiva me dice que el señor tendría como cuarenta y tantos, pero a saber si tenía 26, quién sabe) y nos dice que es el hermano de Fran (jugador internacional español en la época y una leyenda del Deportivo de la Coruña) y que quiere jugar con nosotros. Varios de mis amigos no saben ni quién es Fran e incluso alguno bromea “¡dice que es el hermano de Franco!” y cosas así. Yo les digo algo en plan “callad, que esto es interesante, puede estar bien”. Total, que el supuesto hermano de Fran se pone a jugar con la pelota, no se le daba mal, pero para ser un jugador de Primera no daba (se supone que el hermano de Fran que jugaba en el Depor se llamaba José Ramón, pero ese tío no se parecía al de las estampicas y tenía pinta de ser más mayor). En fin, de pronto se vuelve como loco y empieza a pegar pelotazos muy fuertes hacia la pared de la iglesia, pasando cerca de las señoras mayores que iban a misa. De repente pasando una, le pega un pelotazo y la tira al suelo, nosotros nos quedamos patidifusos. Después, la pelota rebota y vuelve para él y en vez de pararse a ver qué pasa o ir  a ayudar, pega otro patadón a la pelota en otra dirección y le pega un pelotazo a otra señora mayor. Nosotros reaccionamos y vamos a ver qué le ha pasado a la primera y en un segundo el señor desaparece (supongo que haciendo un "mutis por el foro" disimulando) y no volvimos a saber nada de él.

 

4- Tortilla de Estrellas Michelín a precio de oro

A principios de los 90, estando por Madrid con mis padres en una visita que no recuerdo para qué fue (quizá médicos, quizá a ver a familiares), llegó la hora de cenar y no encontrábamos sitio por las calles aledañas a la pensión en la que dormíamos. Al fin, vimos un restaurante en el que poder comer, que se llamaba “Casa Gerardo”. El caso es que cuando nos sentamos y pedimos de beber, nos dieron la carta y resulta que todos los platos eran de MasterChef por lo menos, carísimos y supongo que buenísimos. La situación parecía un poco “fraudulenta” porque estaban como todos los camareros mirándonos sonrientes a ver qué hacíamos, pero no quedaba más remedio que pedir algo para salir del paso (y cenar había que cenar). Pedimos calculando según lo que llevaba mi padre en la cartera, y como yo era pequeño, me pidieron una "tortilla" (que no había en la carta y se suponía que sería barata). Recuerdo que fue la tortilla más rica que me comí en la vida, una tortilla de gambas enorme, con varios huevos seguro. Cuando vino la cuenta, era astronómica por culpa de la tortilla (a lo mejor las gambas eran primas segundas de algún rey, yo qué sé). No me acuerdo cuánto valía la tortilla, pero equivalente a 50 euros de ahora, seguro. Total, que no nos llegaba, así que las alternativas eran fregar platos, pasar bochorno, hacer un "sinpa" o lo que sea. Al final, los convencimos para pagar al día siguiente lo que faltaba cuando volviéramos de la pensión, vaya rato de vergüenza. Desde entonces, nunca pido nada "fuera de carta".

 

5- Sálvese quien pueda

Esto ocurrió en 1989 en la provincia de Cádiz. Estábamos en una barcaza/ferry de esos para dar una vuelta por la bahía. Quizá hubiera unas 30 personas. De repente, nada más empezamos a salir, empieza a moverse todo y a haber una especie de turbulencias. Hablando el conductor con un compañero, entiendo que el JJ Sister, buque supergrande que tenemos delante, ha arrancado los motores y está empezando a generar muchas olas y movimientos submarinos que empiezan a hacer zozobrar nuestra embarcación. La cosa va a peor, la gente empieza a gritar y vemos que nos vamos directos al agua, con la barca ya bastante vencida hacia un lado. El conductor intenta maniobrar, pero sin solución, y alguno empieza ya a perder el equilibrio (30º de inclinación podría decir). Total, que en el último momento y ya antes de volcar, con todo el mundo gritando, uno de los marineros lanza un cabo y consigue engancharlo a uno de los bolardos del muelle. Poco a poco el barco se endereza y todo se arregla. La verdad es que fue un momento de bastante miedo, y tiene gracia que los del JJ Sister ni se enteraran seguramente.

 

Como ya dije, esta vez no os reto a adivinar cuál es la mentira porque todas ellas son reales salvo el desenlace (que sólo uno lo es). En cualquier caso, no las considero tan sorprendentes como anécdotas, son simplemente un poco batallitas intrascendentes que se me han ocurrido así a bote pronto. Como la otra vez, es curioso que también me han pasado en sitios diversos como Cádiz, Manilva, Budapest, Porcuna o Madrid, y es que viajar es lo que tiene, que es una de las mejores formas de rellenar la vida de vida, y sobre todo de aventuras.

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