Típico balance del año acabado (Año 17)
Como sabéis, soy un tipo pesado con esto de las tradiciones, rozando lo aspergeriano como siempre, ahí a punto de caer en el agujero negro del espectro pero sin tocarlo.
Total, que no podía dejar pasar de nuevo esta serie anual con el repaso del año acabado o a veces simplemente con la mención al año acabado.
Bueno, la gran diferencia con otros años es que esta vez no hay una grave pandemia por medio, aunque sí una grave guerra en Europa como ya pasó en los 90. La vida sigue como tal, y como dijo tal: la vida sigue igual.
Para mí, para todos, ha sido un salir del letargo, un retomar todo donde lo dejamos, un continuar, un romper con todo para no romper con nada. También la paternidad conlleva una responsabilidad, y no puedes dejarlo todo e irte a Malasia como te apetecería, así que apechugas y haces de tripas corazón para adaptarte a la nueva responsabilidad y tarea que te va a llevar el resto de tu vida. Eso no quita para que no intentemos seguir viviendo nosotros nuestra vida, no la nuestra a través de los demás, el tiempo dirá.
Este año que ha pasado reconozco que he hecho menos deporte que muchos de los anteriores. Dejé la bici en abril o así, cuando se acabó la baja paternal, y luego sólo hice algo de piscina en verano y ocasionales pachangas de baloncesto, mea culpa que debería remediar en el año que ahora empieza porque si no mi médico me va a regañar. Importante, no anecdótico esto del deporte, ojo, que debería ser en gran medida uno de nuestros principales momentos de ocio, ya que como Sapiens que somos, ya no empleamos nuestra vida como cazadores-recolectores, sino que andamos (entrecomillaré lo de "andamos") sentados casi todo el día en un sedentarismo enfermizo, más acusado aún con el teletrabajo (de la cama a la silla, de la silla a comer, de comer a la silla, de la silla a cenar, de cenar a dormir, y tiro porque me toca). Me queda el consuelo de que los niños dan mucha guerra, y eso, gimnasia es al fin y al cabo.
Luego está lo de los propósitos de año nuevo, como podrían ser los de mandar a la porra a la empresa en la que trabajas, mandar a paseo a esos amigos pelmazos, mudarte a otra provincia o país, empezar una nueva actividad lúdica jamás empezada por ti, empezar otro libro, plantar otro árbol, tener otro hijo... todo se andará salvo algunas de ellas. Sí quiero viajar un poco, aunque sea cerca, como antes de la pandémica pandemia, sí quiero seguir leyendo, porque retomé la lectura hace 3 meses, después de 16 años, tampoco es que haya pasado nada entre medias pero sí, a veces viene bien tener en la mente una historia apasionante o un ensayo enriquecedor antes de irse a dormir.
2022 ha estado bien, más o menos, con sus altos y sus bajos, aunque como la fase que es, apenas nos hayamos enterado una vez pasado. Entretenido y divertido, cansado, que es en lo que reside el quid de la cuestión (en la tumba descansaremos). Luego está la pérdida de peso que ha conllevado ese ajetreo, que en mi caso ha llegado a rondar los 10 kilos, sin hacer nada de deporte, como digo, pero seguramente comiendo algo de menos cantidad. Comiendo de todo, bebiendo, lo que haga falta, y luego están los de la dieta de la alcachofa... no hay nada como quitarse un poco de cantidades, pero el estrés hace mucho, claro que sí.
A estas alturas diría que este post es de los más largos en mucho tiempo de año nuevo, así que voy cortando ya, que me enrollo y se me aburre el personal, acostumbrado a leer ensayos de un pequeño hilo de tuits, imaginemos quién es capaz de leerse 5 párrafos en bitácora ajena...
Espero que este año cumpláis vuestro sueño de seguir vivos y activos, que hagáis lo que os propongáis hacer y sea factible, y que fracaséis estrepitosamente en las empresas absurdas y sinsentido, pero disfrutando del camino hacia Ítaca, que el objetivo es pasarlo bien haciéndolo pues la llegada es lo peor que tiene, ya que todo acaba. Para todos, todas, todes, todis, todus, incluyendo también los finales con aspiración andaluza y cualquier vocal de idioma europeo que me falte: ¡FELIZ 2023!
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