16 mayo, 2020

El califa Anguita, ese político al que habríamos votado

Este señor del que hoy les hablo y que nos ha dejado, representaba un rara avis en nuestro panorama político, un unicornio, algo muy difícil de encontrar: el político que cae bien a gente de todas las siglas, izquierdas y derechas, ese político al que no les importaría votar a gente de muy diferentes ideas, en caso de romper su habitual tendencia de voto; ese político al que todo el mundo ve honesto y coherente con sus ideas, capaz de defenderlas con ahínco y capaz de entenderse con cualquier otro pese a las diferencias. Ya por el hecho de ser andaluz y maestro escuela, Julio Anguita llevaba mucho ganado.

Recuerdo a Anguita desde siempre en mi imaginario personal, como ese político de tono serio que solía ser el contrapunto al bipartidismo de la época. Sí, en aquel paso de los 80 a los 90 en el que PP y PSOE se repartían el pastel mientras una pujante Izquierda Unida comandada por Julio Anguita rascaba todo lo que podía, quejándose amargamente del sistema de corruptelas que los poderosos tenían montado, y apareciendo hasta 3 veces como candidato en las elecciones (1989, 1993 y 1996), llegando a obtener más de 2 millones de votos en las últimas.

De hecho, alguna vez he comentado en esta bitácora que si hubiera tenido derecho al voto en aquellos años, habría votado seguro a Izquierda Unida (ojo, y bastantes niños de mi época por lo que recuerdo, que ahora somos adultos y seguimos recordándolo, aquí lo decía yo en 2008), y gran parte de culpa la tendrían las veces que le había escuchado, en telediarios, en debates o en entrevistas, en las que me había parecido un hombre recto, coherente y con las ideas muy claras (sobre todo a la hora de censurar lo que se estaba haciendo mal en la podrida España de pandereta y pelotazo de esos primeros años 90).



Luego llegó el primer infarto que nos sorprendió a todos, en una campaña electoral (un poco como el de Johan Cruyff, otro de esos personajes a los que de pequeño admiraba, en pleno cénit de sus carreras, y que también acabó de forma parecida su vida, hace 4 años), y ya el segundo que le retiró de la política definitivamente, pero que hasta hoy nos ha seguido permitiendo durante dos décadas más disfrutar de su sabiduría en cada entrevista, incluso aunque a veces no estuviéramos de acuerdo en cada punto de su ideología, pero siempre sabiendo que si muchos políticos fueran como el, independientemente de sus posturas, sería más fácil construir una España fuerte y con futuro, lo contrario de lo que luego nos fue viniendo... de lo que aún tenemos.

El 'Califa', que lo llamaban así desde su época como alcalde de Córdoba (que lo era cuando nací), era uno de esos rostros que llenaron las pantallas cuando tantos éramos pequeños, que seguro odiaron sus enemigos, pero que apreciaron también. De esos que votaríamos pese a no ser de los nuestros, quedan cada vez menos; de esos que todo el mundo acaba apreciando y alabando, apenas los vemos en los medios ya; por eso es una pérdida difícil de reemplazar, ahora que tanta falta nos hace cuando echamos un vistazo a los gaznápiros que mandan en cada partido... un auténtico horror.

A partir de ahora seguro que echamos de menos sus discursos serenos y rotundos, sus declaraciones incendiarias por lo claras y a la raíz del asunto, como especie de abuelo cebolleta que podía decir todo lo que pensaba al no tener ya nada que perder, sus pocos titubeos y su crítica sin piedad a los que lo hacen mal, incluso a los suyos propios, quizá tomándose demasiado en serio la política, que no debería ser más que un juego al servicio del pueblo, y no un tejemaneje de 'goblins' para convertirlo todo en un galimatías, en una merienda de negros.

Desde aquí tenía que hacerle un breve homenaje a Julio Anguita, pese a que nunca le voté, pese a que nunca votaría a los que con más fuerza años atrás le vitoreaban por ser de los suyos, pero porque en cierta manera a tantos y tantos, nos gustaría que los líderes políticos a los que votamos, tuvieran ese poso que él tenía, tan claramente rojo por un lado, pero tan coherente si lo analizabas con cuidado, incluso esa humildad o la integridad de renunciar al sueldo de parlamentario para cambiarlo por el de maestro.

Para terminar resumiendo su figura, me quedo con estas palabras suyas de hace un lustro, que todos y cada uno de los votantes españoles debíamos aplicarnos sin rechistar:

"Lo único que os pido es que midáis a los políticos por lo que hacen, por el ejemplo. Y aunque sea de la extrema derecha, si es un hombre decente y los otros son unos ladrones, votad al de la extrema derecha. /.../ Votad al honrado, al ladrón no lo votéis aunque tenga la hoz y el martillo. Esta es la diferencia de un pueblo inteligente."

Como dicen estos días sus camaradas para hacerse los cultos: Sit tibi terra levis (sea para ti la tierra leve, que nos traduciría don Domingo Ballesteros los primeros días de visita a las epigrafías de la Torre de Boabdil de Porcuna)

Y no lo olvidéis los que en esta desdichada tierra os quedáis por más tiempo:

#QuédateEnTuTérminoMunicipalSiEstasEnFaseCero
o
#QuédateEnTuProvinciaSiEstasEnFaseUno

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