Quince años, bodas de cristal
Señores, señoras, abanicos y soplaores, esta botella que jamás supe si era de cristal, cumple estos días sus bodas de cristal, quince magníficos y hermosos años, para algunos ya más de media vida, casi un tercio diría para el propio autor, que anda más cerca ya de los 45 que de los 30, ley de vida que algún día os golpeará también a vosotros centenialls, y que ya tendréis más que asumida los de la Generación "X", con peligro de "cincuentones" ya en vuestro caso si no lo sois.
Total, que esta vez me pilla ya siendo un repetitivo de la leche, pero como hice los últimos 14 años (1 año, 2 años, 3 años, 4 años, 5 años, 6 años, 7 años, 8 años, 9 años, 10 años, 11 años, 12 años, 13 años y 14 años), hoy celebramos el cumpleaños de este sitio de libertad de expresión, de esta botella a veces ácida, a veces conformista, a veces realista, otras aburrida y otras pesimista, muchas otras indiferente e irrelevante, otras sorprendente y a ratos voluntariosa, en otros ratos insignificante y sosa, a saber cada cuál con el crítico que lleva dentro.
En cualquier cosa, en este mundo volátil de internet es algo a reseñar, 15 años golpeando teclas, pensando qué voy a poner, qué voy a escribir, mientras tantos desaparecen a nuestro alrededor, mientras tantos otros aparecen, de la vida y de los blogs, que al final, ambos, blogs, botellas y vidas van siempre a parar a la mar, que es el morir.
No me enrollo, pero os recuerdo lo que siempre os repito machacona y cruelmente: si tenéis algo que decir, decidlo, porque si no lo hacéis, nadie lo hará, y se pierde...
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