Mi primera vez: la riada en carretera
Nuevamente acudo a esta "categoría no oficial" o "categoría fantasma" de mi bitácora, la de mis primeras veces, que ya tiene varios artículos pero siguen sin esa oficialidad, sin tener himno ni bandera como tantos territorios apátridas.
Esta vez volvemos a la carretera, que siempre suele traer hilarantes situaciones a lo largo de nuestra vida a los que cogemos tan a menudo el coche, pues ya se sabe que las probabilidades de tener hechos recordables son directamente proporcionales a lo que uno se mueva.
A nadie le es ajeno lo destructivas que pueden ser las DANAs, las antiguas gotas frías o borrascas gordas de la leche, para muestra el botón de hace dos semanas en la provincia de Valencia que se llevó por delante cientos de vidas cuando uno de los secos barrancos de la zona recibió una inusual cantidad salvaje de agua, llenándose y desbordándose y arrasando varios pueblos al sur de la capital valenciana. Imágenes de casas con el agua llegando al techo, garajes 100% inundados e historias de gente que contaban que tuvieron que abandonar sus coches en mitad de la autovía y con una total oscuridad por la falta de luz, para salvar sus vidas caminando varios kilómetros hasta casa. Dantesco que se suele decir.
En principio aprendimos todos de ello, de lo importantes que son las alertas, de lo efectivos que son los protocolos de emergencias si se despliegan bien y se les hace caso, y de lo primordial que es que todos los que están al mando sepan cómo actuar.
Luego, llegó el anuncio de una nueva DANA, dos semanas después, sobre el barro y los escombros de esas poblaciones ya maltratadas, a lo que había que sumar un aviso de lluvias bastante potentes por la zona de Tarragona y de la costa malagueña.
Fue este martes noche cuando todo se precipitó, y la alerta roja llegó a Málaga, donde por el antecedente valenciano se cortó toda la actividad, ya fuera educativa, funcionarial e incluso facilitando a los trabajadores el teletrabajo y no acudir a su puesto si consideraban que fuera a haber peligro. Eso, visto varios días después, ha evitado muchos males mayores, también teniendo en cuenta esas imágenes del centro de Málaga con una cuarta de agua e igualmente en los barrios aledaños. En Granada la alerta naranja tuvo similares consecuencias, pese a que algunos se quejaban amargamente porque no parecía que fuese a llover tanto como en Málaga. El caso es que se cortaron los colegios y Universidad y el tráfico disminuyó al mínimo al estar mucha más gente teletrabajando, casi sin llover, eso sí.
Nosotros fuimos a trabajar estando todo el día lloviendo, pero sin más, pero fue por la tarde cuando supimos del desborde de un arroyo cercano, que tampoco parecía grave. Ya por la tarde, la voz de alarma... seguía lloviendo y la gente se estaba empezando a ir porque el arroyo estaba desbordado por la carretera y si no nos íbamos pronto se iba a cortar. Cuando yo salí no pensaba que fuera a haber tanta agua, al ser una autovía, pero de pronto al llegar a la zona del arroyo, primero el carril derecho lleno de agua que corría, luego se vino para el central y luego para el izquierdo, al que nos fuimos yendo todos para evitar la riada de 30-40 cm. que ya iban por el derecho. Entretanto, la cuneta/mediana llevaba mucha agua y empezaba a llenarse juntándose con la del río. En cualquier caso, era cuestión de pasar ese tramo y todo se arreglaría, pero, ¿y si alguno se quedaba atrancado por el agua o se asustaba y se paraba, y eso ya paralizaba el tráfico? ¿Nos quedaríamos parados y se empezaría a llenar todo de agua y a inundar los coches como en Valencia?
Total, cuando ya el carril izquierdo era un río que llegaba por algo más de mitad de las ruedas, empezaron a pararse los de delante, y lo primero que se me vino a la cabeza cuando miré a la derecha y vi un río pasando por los demás carriles fue lo que algunos bomberos comentaban de que cuando el agua está a la altura de la puerta ya no se puede abrir y hay que salir por las ventanas, pero que si el vehículo coge agua y se le va la electricidad, es imposible bajarlas y casi imposible romperlas sin un martillo de esos de los autobuses. En fin, que rápidamente actué bajando las dos ventanillas, mirando si tenía el móvil y la cartera en el bolsillo y descartando llevarme el paraguas al tener capucha en el chaquetón, ahí ya me vi listo para salir si la situación lo exigía... Luego el agua subió algo más porque algún camión nos la lanzaba, y poco a poco los coches fueron avanzando lastimosa y acongojantemente hasta empezar a superar el problema...
Al final eso fue todo, pues aunque tuve que desviarme para ir a casa por
aquel carril izquierdo, el resto fue sin problemas, como si no hubiera
llovido 100 litros, sino 10 litros en la ciudad. Pero fue luego cuando
llegaron las fotos y los vídeos de los que pasaron a la misma hora
cuando reviví el peligro y vi que estuve a punto de meterme en un gran lío, pues sí que se veía un verdadero río bajando, y
luego ya las fotos de coches inundados de agua que se quedaron
varados, de gente que fue rescatada por los camioneros y luego ya por
los bomberos, con el agua por el capó... Menos mal que me libré por cinco o diez minutos, pero los nervios que pasé pensando que mañana no tendría
coche fueron bastante grandes, por no olvidar la peripecia de los
valencianos andando kilómetros a oscuras hasta casa.
Hoy, mañana,
pasado mañana, me reiré al pensarlo, pero ese pensamiento de "esto no
me está pasando a mí" o "es un sueño" que tuve, para mí me lo guardo
como momento tenso/terrorífico de este año.
Nada, cuidado con las
Danas, respetad lo que digan los técnicos y seguid a pies juntillas los
avisos, seguro que nos irá mejor, y a los que nos acaban rescatando,
honor eterno...