El año sin Semana Santa
En mis más de 7 lustros de vida, no recuerdo un año sin Semana Santa (sí recuerdo años en los que apenas salió un paso por las lluvias), lo mismo que no recuerdo un bisiesto sin Juegos Olímpicos (incluso recuerdo un bisiesto con 2 Juegos Olímpicos, como fue 1992, pero nunca sin ningunos), un año sin Romería de Alharilla (sí que recuerdo un año en el que no hubo caballos por la peste equina, pero no es igual) o un periodo en que haya estado más tiempo sin ir a Porcuna (mi record anterior fue en noviembre de algún año que ahora no recuerdo, en que estuve sin ir desde final del puente de Todos los Santos hasta el principio del puente de la Constitución).
Y es que a veces podemos pensar que las cosas se dan por sentadas, que somos inmunes a todo, que mañana amanecerá y que podemos planificar cada hecho de nuestra vida con seguridad, pero no... Mañana a lo mejor no amanece, lo mismo que mañana a lo mejor estás confinado obligatoriamente en tu casa durante meses por una epidemia, como es el caso; o confinado en tu cuerpo para siempre por una dura enfermedad, como igualmente estos días es el caso de otra gente; o confinado en la cárcel temporalmente por haberlo hecho mal, como también pasa con otros. No, no podemos dar por supuesto nada, ni darnos por supuesto a nosotros o a los otros, porque todo tiene su fin, y nada tiene la seguridad total de producirse, ni siquiera la existencia de un mañana.
Suspensiones ha habido muchas durante la historia, no es la primera vez. Incluso cancelaciones temporales, retrasos, modificaciones de fechas o celebraciones parciales. Recordemos cómo las Guerras Mundiales en el siglo XX paralizaron tantos eventos a nivel mundial, cómo la Guerra Civil paralizó España, con sus fiestas, sus vidas canceladas para siempre, sus acontecimientos ineludibles o sus competiciones deportivas. Recordemos cómo una simple mala suerte climatológica puede cancelar cualquier cosa, ya sea un evento multitudinario ferial, una final de la Copa del Rey de fútbol, una procesión de Semana Santa o echar por tierra una comunión o boda. Es simple casualidad, una eventualidad inesperada, pero que es capaz de cambiar toda nuestra vida, quién sabe...
Hoy, simple y llanamente parece que ya no es Semana Santa, como si por el hecho de no celebrarla a lo grande, ya no existiera, y es así. ¿Sería Nochebuena algo sin la cena familiar? ¿Serían los carnavales algo sin disfraz? ¿Sería el Día de Alharilla algo sin la Virgen?, ¿el día de Reyes sin un solo regalo? Muchos dirán que no, otros que sí. Es cierto que el día es el mismo, y que en cada uno ha de ir por dentro la penitencia, la procesión, el sentimiento, pero no es igual.
Hoy es Viernes Santo, y muchos al menos hacen vigilia cárnica, que ya es algo, y reviven en su memoria viejas semanas santas de antaño, cuando la Semana Santa era, cuando existía, cuando se plasmaba en algo más tangible que un simple recuerdo. Esta vez es así, y más adelante, el año que viene, brotará de nuevo con fuerza (si damos por supuesto que mañana amanecerá, pero nos volveríamos locos como seres humanos si no fuésemos capaces de pensar en un futuro esperanzador, es nuestra mayor fuerza, el pensar siempre que todo pasará, pese a que sepamos que no o lo dudemos en demasía).
Este año, nuestra vida se ha parado, se ha bajado del mundo, del burro, unos momentos, mientras el tiempo nos pasa por delante (2 meses menos de vida, perdidos como si nada, que para muchos serán los 2 últimos que les quedaban, y para los más jóvenes parecen una tontería desaprovechable, ilusos...). Este año sólo nos tenemos a nosotros mismos, a todos nosotros mismos, y no tenemos nada más que un puñado de actos simbólicos como el de aplaudir a los demás mientras perdemos parte de nuestra esencia, costumbres y tradiciones. Este año no hay Semana Santa, no hay ferias ni romerías, no hay nada de deporte (alucinante que estemos sobreviviendo a ello tantos aficionados a la petanca, curling o damas chinas), y nosotros seguimos estando ahí, porque no hay nada imprescindible, no hay nadie imprescindible. Y sin embargo, en caso de que mañana amanezca, todo seguro que acabará brotando...
#QuédateEnCasa
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