29 abril, 2025

Fundidos a negro viendo ni papa

No tenía pensado escribir nada sobre este acontecimiento histórico en España, pero por qué no, para eso estamos los blogs.

Ayer, sin comerlo ni beberlo nos fuimos a negro, de un momento a otro, de un segundo a otro, se fue la luz, la electricidad, y con ella se nos fue la modernidad, y se nos fueron el siglo XXI y parte del XX, siendo relegados 100 años atrás cuando la gente no tenía tantas comodidades y vivían igual o más de felices. 

Así, poco a poco nos dimos cuenta de que ya no podíamos llamar por teléfono a nadie y de que para contactar con la gente había que ir a su casa (siempre que no vivieran en pisos altos donde el portero automático había dejado de funcionar y no se llega tirando piedrecitas a la ventana), de que no se podía cocinar con las modernas vitrocerámicas eléctricas, ni cargar el coche eléctrico, ni poner la tele, ni comentar la jugada en Twitter, un verdadero apagón tecnológico sin precedentes en el país.

Y comenzamos a ir a la calle y a hablar con la gente, a comentar lo que pasaba, lo que sabíamos y lo que no, y a encender aquellos viejos transistores que hacía décadas que no habíamos puesto en marcha (otros ponían walkman o mp3, aquellos que hace mucho desechamos) y que ahora eran los reyes de la casa, puestos en el centro o siendo llevados a la calle en vez de los inútiles móviles que ahora eran dejados en cualquier sitio por no servir más que como relojes y linternas, pero para eso mejor son los relojes y las linternas, claro, dónde va a parar. Para vivir en los 80, manda el móvil al carajo, carallo.

Entretanto, las noticias hacían lo que podían, evitando bulos a diestro y siniestro, asustados todos por posibles ciberataques o guerras imaginarias, mientras los de la Red Eléctrica capeaban el temporal como podían interconectando con Marruecos y Francia, y mientras las Baleares y las Canarias andaban ajenas a todo, como islas que son. Así, comimos como pudimos pensando en cuánto duraría y en si los congeladores acabarían descongelados, y se fue acercando la noche, por lo que aprovechamos para dar una vuelta después de habernos asegurado de que teníamos pilas y linternas suficientes para una probable noche oscura.

Poco después cenamos comida calentada en cocina de gas (de vecinos, de amigos, de chalets), y nos percatamos de que nos quedaban minutos de luz, inevitables minutos de una noche que se nos cernía y que acabó cayendo como una manta, como si toda esa oscuridad y negrura fuera la nada, nuestra desaparición total, volviéndonos ajenos al propio planeta, y ya sólo se veían velitas o lucecillas al otro lado de las ventanas, con la gente escuchando la radio mientras les empezaba a entrar sueño. Y por entonces media España tenía ya luz, y la otra media estaba esperándola, algunos en sus casas y otros atrapados en vehículos o trenes.


 

Así fue pasando la madrugada, en total silencio, con una noche más estrellada que nunca como vigilante, y de la forma más cívica y plácida posible, en los lugares que hasta mediado el sueño nocturno no volvió la luz, o incluso en otros menos suertudos donde no llegó hasta después del amanecer, como nos tocó en Porcuna. 

Y así fue como discurrió todo, sin más incidencias que los problemas de otros... los operados en hospital, las parturientas, los del oxígeno, los impedidos, y tantos más, y viendo cómo se nos puede complicar tanto la vida perdiendo un solo sentido, en este caso el de la vista, cuando de un momento a otro se hace de noche sin remedio, y pensando pensando en que en el resto del mundo todo estaba bien, en orden, con su internet y adelantos, porque siempre, mientras uno lo está pasando mal, el mundo sigue su curso y para los demás la vida continúa, y el sol sigue saliendo y por la mañana amaneciendo, os pase a vosotros como individuos lo que os esté pasando, eso tenedlo por seguro.

Otra anécdota que contar a los nietos, que esperemos no se repita muchas más veces, como la de aquella pandemia, y por supuesto, entre tanto, iremos haciendo acopio de velas, transistores, agua y latas de conserva, por lo que pueda pasar, que ahora sabemos que pasar, pasa.

23 abril, 2025

Cómo habría sido nuestra adolescencia con tecnología

Creo que una de las mayores satisfacciones de los millenials de más edad, nacidos en los 80, entre los que me encuentro, es la de haber crecido sin tecnología, y más concretamente sin móviles ni internet, en un mundo prácticamente analógico y muy similar al de nuestros padres o incluso abuelos (si hablamos de niños crecidos en pueblos). Ya los nacidos en los 90 sí que tenían internet en casa o podían acceder a ella en los "cibers", y por supuesto la posibilidad de tener un móvil (aunque fuera "tonto", no "smart" como vinieron luego)

No es que esté denostando todos esos avances, ni mucho menos, pues nos habrían hecho la vida más fácil (y más complicada en cierto sentido); pero sí que siento que somos unos privilegiados por haber conocido ambos mundos, el antes y el después, siendo sin duda esa última generación que conoció bien el mundo analógico y luego también formó parte de esos "nativos digitales" al llegar toda la tecnología cuando aún estábamos como mucho en la veintena y pudimos adoptarla sin esfuerzo como nuestra. Podría hacer el símil de esa generación que conoció la vida antes y después del fuego, la otra que la conoció antes y después de la rueda, o las otras que la conocieron antes y después de la luz eléctrica y la radio o televisión, sin duda cambios capitales como este que nos ocupa (incluso la llegada de la IA nos pilló aún en esa segunda adolescencia de la treintena).

 

                                                                   Fuente: Flickr
 

Partiendo de esto, y viendo cómo es la niñez y adolescencia de los "centenialls" o generación "Z", y cómo pinta la de la generación "T" (de tablet), que se están criando con una pantalla para hacerles callar y no molestar, con un dispositivo en el cole para distraerse mejor, con un móvil e internet en la mano (sin instrucción alguna y suponiendo que esa condición de "nativos" les hace ser autosuficientes) para ver de qué manera son capaces de autodestruirse, con perfiles en redes sociales para estar totalmente a la intemperie social, etc.; dando todo lugar a numerosos problemas psicológicos, de acoso, ansiedad y fobia social, que en esas edades siempre nos parecen gravísimos y lo son. Así, como decía, me gustaría haber podido ver qué habría pasado si nosotros hubiéramos tenido esa misma tecnología en los 90, ese móvil pegado todas horas, esas redes sociales malignas, esa tablet todo el día puesta, y esa suposición adulta de que al ser tan "nativos digitales" nuestros cerebros son tan diferentes de los suyos que eso nos haría inmunes a cualquier peligro, qué equivocados...

Y así, me veo con mis padres en un restaurante, ellos comiendo y yo viendo David el Gnomo en la tablet, jugando al Pong en el móvil o escuchando las canciones de The Police, Dire Straits, Madonna o Michael Jackson en Spotify. Luego creciendo con mi primer móvil antes de la comunión, enganchado a las redes sociales, acosando como toda la clase al pobretico que recibía bullying, que ahora se transformaba en unas fotos retocadas en las que tenía cuerpo de cerdo, y todos se reían de él, y también de ella... y acusaban más adelante a alguna pobretica de ser un poco ligera de cascos, ya ves, con una palabra más fuerte, con 12 años... y se encerraba en sí misma y quería quitarse de enmedio. E intentabas encajar como se pudiera, haciendo tiktoks con tus amigos para que todo el mundo pudiera verlos, incluso los malos... y te escribía gente de todas las partes del mundo para insultarte o para decirte lo grande que eras, pero los insultos podían más...

 


 

Y así me veía pasar el instituto, siempre con esos apéndices, hablando en clase por Whatsapp, chateando, mandando directs de Instagram a quién sabe qué adolescentes obsesos de cuarenta años que te van pidiendo más y más y que acaban chantajeándote con que todo el mundo verá o sabrá tal y cual cosa... Antes el chantaje era de cuatro amigos tontos de tu barrio, ahora puede venir de Nueva Zelanda en un plis-plas. Y disfrutamos de la ventaja de tener aquí y ahora una cámara de vídeo para grabar nuestras fechorías (no siempre malas, claro), nuestras andanzas, y reenviarlas por ahí, de poder preguntar a Google en cualquier sitio ante cualquier duda, de reformulárselas al ChatGPT, de poder avisar a tiempo de que no vamos a llegar a tiempo, de poder queda con quien queramos y como queramos. Y modificamos el lenguaje y nos hablamos con emojis y con abreviaturas requebradas y encriptadas para que los mayores no nos entiendan, y disfrutamos con ello como haría cualquier generación, y poco a poco somos inmunes al mundo exterior, ensimismados en tanta tecnología, que no nos permite disfrutar ya de las pequeñas cosas, porque ese mundo tecnológico es aún mucho más pequeño y absorbente. 

Y así se nos pasó poco a poco esa adolescencia con tecnología, como cualquier otra, con sus aprendizajes, con sus estudios, con sus experiencias varias, con sus acosos, con sus inseguridades, con sus reafirmaciones, con sus certezas, con sus amores, con su amistad, con sus malos y buenos momentos, con sus desastres y fines del mundo por tonterías sin importancia, con sus pérdidas, con sus alegrías y tristezas, con todo lo que conlleva al fin y al cabo crecer, tengas un móvil en la mano o no, somos exactamente los mismos que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, el medio cambia pero nosotros seguimos siendo unos seres tiernos que enfocan una etapa de la vida sin saber lo que les espera, y así, tengamos unos increíbles avances tecnológicos o no a nuestra disposición, lo seguirá siendo...

 

17 abril, 2025

Carpe diem pilinguis costeadas por el Estado

Pilinguis que reciben un sueldo durante dos años de dos empresas sin plantearse siquiera que eso puede resultar extraño, ilegal o levantar cierto tipo de sospechas o suspicacias. Por otro lado resulta que las mismas pilinguis viven en pisos de lujo costeados por todos los contribuyentes (es decir, por todos nosotros) que ellas no pagan y que tampoco saben quién lo hace, y claro, eso no les extraña, no les parece que sea una forma de abonar sus caros servicios, y de nuevo ni se lo plantean: "carpe diem pilinguis" pensarán.

Esposas de dirigentes que no saben hacer la o con un canuto (se puede interpretar la frase de las dos maneras, ellos y ellas), y que de repente son requeridas como directivas de grandes empresas o instituciones a nivel provincial, regional y nacional, que dirigen cátedras, que dan conferencias, todo ello con un supersueldo inflado de cientos de miles de euros, y que más allá de pensar que están ahí porque se lo merecen, lo único que piensan es "carpe diem pilinguis".

Hermanos de políticos y políticas que de repente empiezan a prosperar justo cuando sus familiares son elegidos diputados y diputadas, consejeros y consejeras, ministros y ministras, presidentes y presidentas, cuyas empresas empiezan a recibir contratos a troche y moche, y dinero en cantidades ingentes que obviamente es redirigido a paraísos fiscales, claro que sí, que suben por las nubes su tren de vida, y que ni se plantean que eso pueda estar mal o meterles en un follón más adelante: "carpe diem pilinguis".

 


 

Y luego también están los que se gastaron el dinero de los contribuyentes en prostitutas y cocaína (con perdón),  sin que haya habido ningún problema legal, ni pérdida de votos ni nada, que simplemente han disfrutado de esas fiestas con gastos pagados a sabiendas de que la justicia no está para esas cosas, porque "carpe diem pilinguis".

Y así casos y casas, por todos lados, rezumando en cada esquina y despilfarrando a nuestra costa, haciendo que los suyos prosperen mientras los nuestros pican piedra para sobrevivir, malditos sean todos esos pilinguis que nadie manda al lugar al que deberían estar: Siberia.

11 abril, 2025

Hasta los cuernos de la IA

Hay un curioso meme en internet que dice que los hombres piensan varias veces al día en el Imperio Romano. Supongo que serán los historiadores, turistas, arqueólogos o simpatizantes del mismo, porque no veo a tanta gente conversando sobre el tema, la verdad, aunque sí sea cierto que a veces metemos a los romanos hasta en la sopa, dándoles ciertas cualidades de deidad, como cuando decimos que sus puentes son los mejores porque ahí siguen tras 2000 años, cuando los que realmente siguen ahí son los poquísimos que no se han derrumbado aún (esto es un claro sesgo del superviviente), o cuando llamamos "puente romano" a construcciones realizadas hace uno o dos siglos sobre las ruinas o como mucho los cimientos de los que realmente sí lo fueron.

Pues bien, si realmente no es en el Imperio Romano, ¿en qué piensan a menudo los hombres? Pues os lo digo, y sin duda alguna: en la IA, la Inteligencia Artificial, esa cosa que ha llegado para quedarse y que es la panacea, que cambiará el mundo tal y como lo conocemos y que arrasará seguramente con todo, no sabemos si incluso acabando con la especie humana tal y como la conocemos. Que sí, que ha habido avances en la historia que la han cambiado enormemente, sea el fuego, la rueda, las vacunas, la electricidad, internet, etc... pero la IA, por supuesto, es uno de ellos.

 


 

Y poco a poco es que está hasta en la sopa, como esa moda de la que todos hablan y que paulatinamente empieza a molestar por su omnipotencia y ubicuidad, pues está en todos lados, en las revistas especializadas en informática, en los periódicos, en las noticias del telediario, en los reportajes de la 2, en las revistas del corazón, que amenaza tu trabajo, que permite que tus alumnos entreguen tareas sin haberlas desarrollado (qué si no, era el Rincón del Vago en su momento, o qué si no, era el sobornar al empollón de la clase para que te los pasara, pero no, ahora lo hace la IA).

¡Incluso yo la he usado ya para escribir dos posts (primero invitando a la IA a escribir un post y luego usándola para crear un test de personalidad), y es que al final no sabemos hacer ya nada sin ella. Incluso ni los creadores, que empiezan a usarla para inspirarse o para rematar ciertas tareas mecánicas. ¡Si la imaginación y la inspiración humana están en mano de la IA, poco de humanas van a tener las obras derivadas de ahí!

Uf, da miedo pensarlo, pero estamos hablando de una herramienta que empieza a coartar al ser humano, y que incluso para lo único en que los humanos podríamos ser superiores a ella, que es ese retorcer el cerebro para crear, empezamos a usarla por desgana, por vagancia, por lo que eso empieza a autolimitarnos, dejando que la IA piense por nosotros, que resuelva los problemas a su manera (adiós a la resolución creativa de problemas, como ya ha pasado con el ajedrez que poco a poco ha ido perdiendo su entropía, su desorden propio de mentes pensando, analizando y llegando a conclusiones precipitadas, a errores al fin y al cabo).

 


 

Yo, que la uso ya casi todos los días para darme pie al pensar nuevas tareas, para asegurarme de que voy bien, para encontrar errores que a mí me costarían un buen rato, también estoy hasta el cuerno de la IA, de ese cacharro diabólico que nos hace la vida más fácil, que nos permite hacer nuestro trabajo en menos tiempo, ser más eficientes, salir de bloqueos mentales que no nos dejan pensar, inspirarnos, buscar información en segundos, ordenarla y clasificarla, sí, ¡a quién no le gusta dejar de perder el tiempo en nimiedades o poder utilizarlo en tareas de valor!, sí, ¡estamos hasta el cuerno de la IA!, o... ¿es lo mejor que nos ha pasado y estamos dispuestos a ceder por un lado para ganar por el otro?

En fin, tiempo al tiempo, lo que está claro es que habrá que adaptarse, y de que muchos querrán manejarla para dominar el mundo y aprovechar para extender su ideología y conseguir más poder, eso está claro. Los gobiernos intentarán hacer algo pero llegarán tarde como siempre, y para entonces estarán amenazados los modos de vida de muchos, que se retorcerán inútilmente cuando ya sea imposible solucionar sus problemas, y entonces viviremos en un futuro distópico que llegará, no lo dudéis. Y sí, en unos 20 años será difícil que nadie sea ajeno a la IA, y los que lo seamos, no seremos más que unos sexagenarios reticentes a la tecnología, unos millenials avejentados que serán el último reducto de una sociedad analógica que ya no existe, y que contaremos a sorprendidísimos nacidos en los años 20 del siglo XXI cómo era vivir sin internet y sin la IA, por entonces os lo contaré como abuelo cebolleta si estoy por aquí, y si estáis por ahí para leerme, aunque quizá con la IA ya no haga falta que un humano como yo escriba aquí estas historias en botella, porque quizá TODO esté ya escrito. 


06 abril, 2025

Diez y nueve años al aparato

A estas alturas tengo ya todos los tópicos manidos, aquello de cómo pasa el tiempo, qué rápido llegan cada vez de nuevo las mismas fechas, etc, etc., así que no molestaré ni daré más la vara por hoy, pero sí, me sorprende que a mi yo de 2006 las circunstancias y el espacio-tiempo me hayan trasladado a 2025, así, como si nada, como si de un soplo se tratara (hablando igual que un nonagenario, que si no lo soy ya, ojalá lo sea y os pueda relatar mis andanzas lentas también aquí).

Total, que lo que siempre hay que ser es agradecidos, y por eso doy las gracias por haber podido llegar a tan longeva edad en el mundo de los blogs, como ya hice los últimos 18 años (1 año, 2 años, 3 años, 4 años, 5 años, 6 años, 7 años, 8 años, 9 años, 10 años, 11 años, 12 años, 13 años, 14 años, 15 años, 16 años, 17 años y 18 años).

Y sí, hay que celebrar cada uno, porque la única certeza que tenemos es que algún día, un cumpleaños (y puede que sea este de hoy), será el último.


 

No lo olvidéis: lo que tengáis que decir, decidlo, porque si no lo hacéis nosotros, nadie lo hará, y se pierde, y podría haber sido de utilidad para las generaciones venideras, no les privéis de ello, que quién sabe qué magníficas utilidades tendrá entonces ese conocimiento.

Sin más, a todos, espero que nos volvamos a ver en el ¡próximo cumpleaños!